Las decisiones estratégicas sobre inversión, transformación digital o expansión regional no pueden desligarse del análisis de riesgos cibernéticos. Lo que está en juego no es solo la operación diaria: es la confianza de los clientes, la reputación de la marca y el cumplimiento normativo.
Desde nuestra experiencia acompañando a organizaciones del sector financiero, compartimos cuatro tendencias clave que están redefiniendo la seguridad de la información en América Latina.
1. La IA como escudo y centinela
De la detección tardía a la anticipación proactiva
Las herramientas tradicionales ya no son suficientes. Los ciberataques actuales son cada vez más silenciosos, más veloces y muchas veces, más sofisticados que la capacidad de respuesta humana. Por eso, la inteligencia artificial está jugando un papel decisivo: no reemplaza al equipo de ciberseguridad, lo potencia.
Hoy, muchas organizaciones están adoptando soluciones que integran machine learning para detectar comportamientos anómalos en tiempo real: accesos inusuales, transferencias atípicas o movimientos internos sospechosos. Este tipo de herramientas permite anticiparse a una amenaza antes de que se convierta en incidente.
¿Qué estamos viendo en el sector financiero?
Interés creciente por integrar IA en centros de monitoreo (SOC).
Automatización de respuestas ante eventos críticos.
Reducción de tiempos de detección y contención de amenazas.
2. La nube como aliada de una protección más flexible
Descentralización operativa, centralización de la protección
Cada vez más entidades del sector financiero están migrando parte de sus operaciones y servicios a la nube. Esto no solo responde a una estrategia de transformación digital, sino también a una necesidad urgente: mantener protegidos los datos, incluso en entornos distribuidos o híbridos.
Las soluciones de ciberseguridad en la nube ofrecen hoy capacidades antes impensables:
Supervisión unificada de entornos on-premise y cloud.
Aplicación de políticas de seguridad consistentes en distintas sedes o filiales.
Escalabilidad sin comprometer el cumplimiento.
Pero este cambio también exige un nuevo enfoque: ya no basta con proteger el perímetro, porque los datos ya no tienen uno solo. Lo que necesitamos proteger es el dato en movimiento, en reposo y en uso, sin importar dónde esté alojado.
3. Avances en regulación: una realidad cada vez más cercana en LATAM
Los cambios regulatorios en materia de ciberseguridad y protección de datos no son una predicción: ya están ocurriendo. En países como Brasil, Colombia y México se han fortalecido las normas de reporte obligatorio de incidentes, privacidad y gestión de riesgos.
Esto significa que las organizaciones ya no solo deben “estar protegidas”, también deben demostrarlo:
Documentar políticas, controles y protocolos.
Tener capacidad de respuesta clara frente a auditorías.
Garantizar la trazabilidad y la gestión del riesgo cibernético como parte de su gobierno corporativo.
Para los líderes del sector, esto implica anticiparse, entender qué requerimientos vienen, cómo afectan a sus operaciones y cómo alinear a los equipos de TI, riesgos, cumplimiento y legal en una sola estrategia.
4. La dimensión humana
Si hay algo que aprendimos trabajando con organizaciones financieras es que la tecnología puede ser la mejor, pero si no hay conciencia del riesgo, es vulnerable.
La ciberseguridad también es una cuestión cultural. Desde el uso responsable del correo hasta la detección de intentos de fraude sofisticados, el comportamiento de cada colaborador cuenta. Y aún más, el compromiso del liderazgo también lo hace.
¿Qué están haciendo las organizaciones más maduras?
Capacitaciones breves, dinámicas y frecuentes.
Simulaciones reales de ataques para entrenar la reacción.
Revisión periódica de perfiles con acceso a información sensible.
La seguridad no se terceriza por completo. Se construye día a día, desde el interior.
Desde ITC Soluciones Tecnológicas, creemos que el rol de la tecnología es claro: apoyar a las instituciones financieras en la toma de decisiones informadas, alineadas con los desafíos regulatorios, la evolución tecnológica y, sobre todo, con la necesidad de proteger la confianza de sus clientes.
La ciberseguridad ya no es un asunto “de sistemas”. Es un asunto del negocio. Y quienes lo entiendan primero, estarán mejor preparados para liderar el futuro.